Qué difícil es a veces renunciar a un sueño, sobre todo cuando a ese sueño apostamos mucho, o todo.
Las ganas, la alegría, las ilusiones que alimentamos cada día de repente se desvanecen y se escapan de nuestras manos como arena.
Y comenzamos a preguntarnos en qué fallé? qué hice mal? por qué? Muchas veces no depende de nosotros, sino de un conjunto de circunstancias que al sumarse terminan dando el resultado más temido: “no se puede” y claro, no es agradable para nadie.
Y nos entristecemos, o nos enojamos, o nos ponemos muy susceptibles y necesitamos que alguien nos acompañe y nos consuele ó nos mime. Y en el mejor de los casos, contamos con ese apoyo.
Muchos estudiosos han hablado y escrito sobre la frustación, sobre la tolerancia a la frustación, etc. Yo no soy una estudiosa, ni especialista, pero puedo atreverme a decir y hablar de esa fuerza que todos tenemos, esa fuerza que nos impele a seguir a pesar de lo adverso.
Esa fuerza que es más que una convicción, que es más que la fe en uno mismo ó en Dios. Esa fuerza que nos lleva a salir de situaciones que si las pensáramos en otro momento, no nos imaginaríamos saliendo. Algunos la llaman resiliencia, a mí me gusta llamarla Tendencia Actualizante, porque esa fuerza no solo nos hace resistir y adaptarnos positivamente, sino que además hace que nos actualicemos, crezcamos y avancemos. Es como que nos dá una sensación de dinamismo pensar en ella.
Y gracias a ella, nos levantamos cuando caemos, gracias a ella nos vuelve a inundar la esperanza después de un río de lágrimas que quizás derramamos, gracias a ella, aceptamos, vemos el lado positivo de las cosas, gracias a ella nos aguantamos algunas injusticias, y seguimos creyendo.
Esa fuerza es la que nos hace ruido en nuestro pecho como anunciando que viene algo bueno para nosotros. Es amiga íntima de la Fe y la Esperanza.
Las personas que desconocen esta fuerza, probablemente están condicionadas por situaciones adversas en donde se han rodeado de personas que la desconocen también, y entonces creen en la buena y mala suerte, creen en supersticiones y cábalas.
Podemos creer en Dios ó no, podemos creer en la ley de la causa y efecto, podemos creer ó no en lo que queramos, pero nadie puede negar la existencia de esta fuerza vital, que hace que el mundo y la humanidad avancen.
Todos la tenemos y debemos ponerla a trabajar en los momentos en que las cosas no salen como queremos… Algunos acontecimientos que a priori etiquetamos como “fracaso” son oportunidades para dar paso a situaciones mucho mejores en nuestras vidas. Aunque hoy, aquí y ahora no podamos verlo claramente.
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