“Quiero un amor para toda la vida”… “quiero un hombre que me ame siempre”…”quiero un caballero, un romántico, un hombre con el que no necesite hablar y sepa lo que quiero”…. “quiero un hombre que me escuche, que me entienda, que me acompañe, que me llame, que me busque, que me lleve, que me traiga, que me regale flores, que le gusten los niños, que se banque mi perro, que adore a mi madre”…. Y así podríamos hacer interminable esta lista de requisitos… deseos…anhelos…
Millones de mujeres solas de todas las edades, de todos los estados civiles, en busca de un Romeo… que lamentablemente “no existe”. Existen los hombres reales, tan reales como nosotras. Excepto que, en su mayoría, ellos no han creído en los mensajes subliminales de miles de años a través de la historia, esos mensajes que a través de cuentos, odas, canciones, películas, han mechado en nuestro ser, la idea del amor ideal, la idea del amor perfecto, la idea del amor que es pura felicidad. Y lo peor, es que sobre todo nosotras, las que rondamos los 40 y más, pasamos nuestra adolescencia mirando culebrones venezolanos donde la chica bonita y pobre se casaba con el niño rico, después de padecer el mismísimo pandemónium, por ende crecimos creyendo que de alguna manera esto era cierto y que así era el amor.
Estragos en millones de vidas y corazones, donde, repito, mayoritariamente las mujeres (y aquí quiero aclarar que también hay un número considerable de hombres) de todos los tiempos y culturas creyeron y creen que para tener un buen amor “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento...” y se lanzan sin pensarlo dos veces a historias de amor, que no son de amor, cayéndose y levantando una y otra vez… dejando en cada final más roto el corazón y más triste el alma. “No tengo suerte” escuchamos, como si el amor fuera una cuestión fortuita… “No encuentro el adecuado”….como si se tratara de un modelo que viene hecho a medida.
Sumado a esta desdicha el mensaje del ritmo de vida actual, publicidades, redes sociales fomentando la filosofía del libre albedrío, del “touch & go” y del “todo vale tengamos la edad que tengamos” filosofías que alientan lo “ligth” , lo “fast” , lo “easy” , así disfrazamos con palabras de otro idioma, la liviandad, lo rápido, lo fácil, lo poco comprometido.
Queremos un amor eterno, pero que no me complique la existencia, que no me reste tiempo, que no se ponga denso, que marche sobre ruedas. Que sea abierto sobre todo cuando se trata de mis espacios. Pero ojo, con los espacios de el, no sé si tanto…
Vamos por mal camino. No conseguiremos amor, conseguiremos intentos, intenciones, pero no amor.
El amor es real, nunca ideal. Cuando me enamoro me enamoro de una persona con las mismas potencialidades y las mismas dificultades que tengo yo. Cuando me enamoro, me enamoro de alguien que me atrajo por alguna razón, su mirada, su sonrisa, su amabilidad, pero que también tiene días malos como los míos, que se equivoca, que no necesariamente es un mentalista que sabe todo el tiempo lo que necesito, alguien que quiere lo mismo que yo, amar y ser amado. Pero que quizás, aunque nos duela, sepa que no somos Cenicientas, ni Julietas, ni Blancanieves.
El amor no te hace sufrir, el amor es producto de un trabajo a conciencia. Enamorarse es otra cosa, uno lo hace varias veces en la vida, y muchos varias veces en el año, y en el día. Enamorarse es un imán que por la razón que fuere nos atrae a alguien, el flechazo de Cupido…. Puede durar minutos, segundos ó toda la vida …Pero que para mantenerse en el tiempo y en los años debe estar sustentado por el amor. Uno puede estar enamorado toda la vida de la pareja, pero lo más fuerte en esa pareja que persiste en el tiempo es el amor. El real. El que sabe de entregas y sacrificios com-par-ti-dos… El que recibe y da…El amor que hace que yo siga enamorada de él, conociendo las partes de él que no me gustan siempre, y él conociendo las mías.
Porque él es jodido a veces…. Pero y yo ? Yo no enojo nunca por pavadas….yo no me levanto cruzada nunca… No hago chiquilinadas. Yo soy perfecta, claro.
El amor es un acto voluntario, libre y democrático. Pero a diferencia de las otras elecciones, ésta no es obligatoria, ni definitiva, ni mucho menos con resultados finales.
Amar es darme cuenta que elijo permanecer al lado de alguien que tiene tanto de humano como yo, y aún así elijo quedarme… porque el amor entre personas requiere , compasión, paciencia, solidaridad, presencia, compromiso, silencios, perdones y olvidos. Olvidos y perdones, porque nadie anda por la vida sin necesidad de pedir alguna vez perdón. Aquella famosa frase de Erich Segal el novelista que escribió Love History , tan nociva “amar es nunca tener que pedir perdón” frase que lo sacó del anonimato y lo hizo millonario, frase que ha hecho mucho daño durante mucho tiempo a miles. A quién se le ocurre que una persona por el solo hecho de “ser” si ama no debe pedir perdón, pedir perdón es un acto de amor ! equivocarnos es normal, herir sin querer es normal, de dónde sacamos estas ideas tan pocos reales? Lo peor de todo, “la compramos” sin cuestionarla por años y años. Amar también es decir, perdóname, gracias, por favor. Somos personas, no dioses. Creo que si pusiéramos en práctica estas tres palabras en nuestro discurso diario nuestros vínculos mejorarían notablemente.
Amar es decisión, esfuerzo, trabajo. Como bien nos decía el Principito “el tiempo que le dedicaste a tu rosa…hace que ella sea tan importante” .El tiempo. Y si no tenemos tiempo para amar ni para dedicarle al amor algo anda muy mal con nosotros.
Amar es renunciar de vez en cuando, es dejarnos ganar a veces, es dejar pasar, es callar y contar hasta cien antes de estallar. Amar es respetar. Amar es llorar también. Y si no nos sale a veces volver a empezar.
Amar es recordar, cuando mi miseria o la del otro aflora, aquel día en que nos miramos y quedamos prendidos convencidos que era para siempre. No digo que sea fácil. Pero tampoco es imposible.
La persona ideal para mí , para vos, para todos, es aquella que nos atrapó con sus encantos y es aquella con la que decidimos ambos, ni yo por mi parte, ni el por la suya… apostar a un trabajo arduo, común, compartido, sinuoso, complicado, pero también muy valioso, edificante, gratificante, constructivo, con muchos momentos de felicidad, pasión, romanticismo, alegría …. Sobre todo, valiente y sin dudas uno de los desafíos más importantes de nuestra vida: Amar y ser amados.
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